MI TEXTO

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LA PAZ
La paz, en últimas, depende de los ciudadanos, de la existencia de un consenso popular por la paz. Esto implica vencer el llamado ‘síndrome del Caguán’ que explica el rechazo — irracional, casi religioso — a las negociaciones de paz.El primer obstáculo que debe superarse para iniciar una salida política es, pues, vencer la indiferencia, el escepticismo o el poco entusiasmo ciudadano por esta alternativa. En efecto, para algunos colombianos nuestra guerra interna es algo así como un lastre inevitable, un rasgo vernáculo, una neurosis del destino con la que hemos aprendido a vivir, a pesar de todo. Para otros — tal vez la mayoría — el conflicto y sus funestas consecuencias sólo tendrían solución con una victoria militar estatal que lleve a los insurgentes a una capitulación sin condiciones: una política de pacificación por medio de la aniquilación del contrario. En cambio son escasos — aunque aumentan cada vez — quienes abogan por encontrar la paz de forma civilizada. Exigir lo imposible, en este caso, significa esperar que la sociedad colombiana en su conjunto acoja la lógica de la paz, que adopte como propias las penurias y las tragedias de quienes malviven diariamente o mueren debido a la prolongación de un conflicto insensato. Las crueldades y la degradación de nuestra guerra subrayan la necesidad de terminarla. La superación del conflicto implica una apuesta colectiva por la reconciliación y por exorcizar los fantasmas fatales del círculo de la venganza, como lo plantea Medófilo Medina en su artículo publicado por Razón Pública el pasado 3 de junio. 2. El apoyo de las élites Otro apoyo fundamental para logar la salida negociada debe provenir de las élites políticas y económicas, sobre todo las de las regiones periféricas. Muchos analistas coinciden en señalar que políticos regionales, ganaderos, grandes terratenientes y empresarios — los llamados poderes fácticos — se han beneficiado política y económicamente con la guerra y son enemigos de su culminación. Esa es justamente la talanquera que debemos superar. Exigir lo imposible, en este caso, es esperar o bien que estas élites dejen a un lado intereses mezquinos que obstaculizan la obtención de la tan anhelada paz en Colombia, o bien que los obligue a hacerlo el aparato estatal, con la Constitución y las leyes en la mano. 3. Consentimiento y participación de los militares Unos de los protagonistas centrales en la guerra y en la paz son por supuesto las fuerzas militares. Pasados intentos de paz se han frustrado por no contar con su beneplácito e intervención.

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